diciembre 30, 2005

KING KONG


Hay filmes que nunca debieran tener remakes. Es un mandamiento tácito del Séptimo Arte… Casablanca, El Padrino, La Guerra de las Galaxias, Lo que el Viento se llevó… cintas sagradas que viven eternamente en su vitrina de plata y cristal… Sin embargo, a veces sucede, que llega un lunático con muchas agallas y con un mazo gigante, rompe el venerable vidrio de resguardo y profana la hierática película con una nueva versión. La mayoría de las veces, el resultado es desastroso y el pecador paga la afrenta con humillante crítica y escasa taquilla. Este no es el caso… Peter Jackson, el errante viajero, a quien se le viera en la Tierra Media, acompañado de hobbits y elfos, aquel que conociera los acertijos de Gollum y sobreviviera al aire cenizo de Mordor, ha logrado una hazaña más en su largo caminar: Resucitar al gorila más amado del cine y llevarlo nuevamente a la pantalla. King Kong Vive.

Es verdad que esta nueva versión carece de la sorpresa de la cinta de 1933; es verdad que esa magia nostálgica del stop motion ya no es posible de igualar; es cierto que desde aquellos años a la fecha, los maravillosos efectos especiales y las poderosas computadoras han mermado nuestra capacidad de asombro; es innegable también que la cinta es muy extensa y que tiene algunas escenas que pudieron editarse en crueldad y crudeza; es también real que puede parecer que se abusa de la cámara lenta y el audio yendose casi a off… Concedido todo esto, pero aún así, el Kong de Jackson es fastuoso, glorioso y digno de ser llamado, la octava maravilla del mundo.

El King Kong de 2005 es un homenaje claro a la versión de los 30’s; aquella que cautivara a Jackson siendo niño y que más tarde se convirtiera en su capricho personal. Todo lo que vimos en la entrañable producción de aquella época, aparece aquí magnificado; sí por los CGI’s, pero también por una profundidad más exquisita en la relación de la bella con la bestia, por una fotografía que respira nostalgia a través del lente y por un realismo que no se hubiera podido lograr sino hasta hoy.

Con prácticamente dos veces el metraje de la original, la cinta narra, salvo pequeños ajustes, la misma historia: Carl Denham (Jack Black), un cineasta egocéntrico —¿hay alguno que no lo sea?— está ansioso por filmar un éxito que lo saque de sus repetidos fracasos. Para ello, reune una expedición de experimentados marinos que, gracias a un mapa secreto, zarpan rumbo a la mítica Isla Calavera, acompañados del guionista teatral Jack Driscoll (Adrien Brody) y la joven actriz Ann Darrow (Naomi Watts). Sin embargo, el sitio resulta una tumba para muchos de ellos, al ser un hábitat salvaje, repleto de nativos y creaturas prehistóricas; entre ellas, un venerado simio de 25 metros llamado Kong. La bestia queda embelesada de Ann, de quien se apodera y a la que defiende de otras gigantescas fieras en el inhóspito sitio. Finalmente Kong es capturado por la expedición, o lo que queda de ella, y llevado a Nueva York para ser exhibido… con el trágico desenlace sabido por todos.

Sí… todo eso ya lo vimos hace 72 años. Cierto, pero les aseguro que no con la grandeza y el brío de este Kong, quien se mueve más como verdadero gorila, pero también siente más como humano; Andy Serkis, el actor que sirviera de guía y modelo para crear a Gollum en la trilogía de El Señor de los Anillos, repite su trabajo y logra un monstruo que en algunas ocasiones suele ser verdaderamente salvaje, pero en otras se torna protector, tierno e incluso puede parecer celoso u ofendido. Este Kong es el mismo de 1933 y sin embargo es carismática y espectacularmente distinto.

La película podrá parecer larga y de hecho su episodio inicial, donde Jackson retrata la ominosa miseria de la gran depresión norteamericana, e incluso el inicio de la expedición, podrían sentirse algo flojos; sin embargo son el preludio para lo que después nos deja sin un momento de aire, en un acelerado vaivén que cuando llega a su climax deseamos que no termine.

Cabe resaltar que hay un detalle que sí cambia para bien de la historia: la relación amorosa de Ann Darrow y Jack Driscoll, cede el paso para dar mayor peso a la unión del Rey Kong con su pequeña reina. En esto, el Kong de Jackson es infinitamente más maravilloso que sus antecesores, educiendo la verdadera esencia del relato que sirviera de inspiración a la versión original: La Bella y la Bestia, donde la aberrante creación es seducida por la hermosura, pero a su vez ésta, es cautivada por la nobleza.

Histriónicamente, no pudo haber elección más adecuada para los dos protagonistas de carne y hueso; ella, vaporosamente mágica, delicada, frágil, pero a la vez sensual, rica jajajajaja y encantadora. En el otro lado, Adrien Brody no es el típico héroe de película, —permítaseme el comentario—; no es fuerte, atlético, mucho menos un Don Juan, pero reune la elegancia y el magnetismo necesario para el personaje de escritor idealista que cae enamorado, al igual que la bestia, por los rubios encantos.

En este aspecto, a manera de sarcasmo, en una línea del guión, el protagonista de la cinta que supuestamente debe filmarse en la Isla Calavera, tras ver los peligros reales a los que hay que enfrentarse, le grita al personaje de Brody: —¡Ubicate! Los héroes de la vida real no son como yo. ¡Son gordos, calvos y con mala dentadura!… Tal vez le faltó agregar —y narigones—

Imposible perdérsela. No sólo por la recreación perfecta del Nueva York de los 30’s, no sólo por la gigantesca estampida de plesiosauros que hace palidecer a Jurassic Park; no sólo por la fantástica secuencia T-Rex o el lucimiento CGI cuando el peludo ser se sacude la nieve de su pelo; tampoco por la conmovedora y aplastante partitura, que estruja el corazón en una delicada escena en Central Park lo mismo que en el innigualable climax sobre el icónico rascacielos. Imposible perdérsela por todo esto, pero también por demostrarnos una vez más que la bestia más perversa no es un animal, sino el mismo hombre… Y especialmente, imperdonable no pagar el boleto, por tratarse de una cinta que es, en su esencia, como el fénix, un monstruo legendario renacido de sus cenizas cinematográficas, un símbolo de la pantalla grande… qué digo grande, ¡BAKAN! y definitivamente, la película de fantasía más apabullante del 2005.

Título
King Kong
Web
http://www.kingkong.uip.es
Duración
112 min.
Director
Peter Jackson
Año
2005
Género
Acción
Productores
Ernest B. Schoedsack, Carolynne Cunningham, Jan Blenkin, Fran Walsh, Peter Jackson
Guión
Merian C. Cooper y Edgar Wallace
Protagonistas
Lobo Chan, Adrien Brody, Jack Black
Distribuidor
United International Pictures